El libro comienza con una pequeña introducción en la que Kon presenta sus intenciones, objetivos y sobre todo su gran interés de responder a preguntas como ¿Quiénes eran esos chicos de la guerra? ¿Cuál era su manera de pensar? Y sobre todo ¿Cómo era la guerra contada por esos adolescentes?
El primer testimonio es el de un muchacho de 20 años, que cumplió con su servicio militar en 1981. Al principio de la entrevista, Guillermo relata como le fue comunicada la noticia de que debía participar en una guerra, "... recibí la comunicación a las once de la mañana y tenía que presentarme a las doce. Mi situación personal no interesaba para nada. En una hora yo tenía que presentarme en un regimiento y desaparecer por no se sabía cuanto tiempo, o quizás para no volver nunca mas...". Luego avergonzado agrega que él nunca se había interesado por esas islas, y que, como muchos otros soldados no tenía muy en claro su ubicación, ni su historia; y que además era totalmente inexperto en cuanto a herramientas, armas y aviones.
Tras una pausa Guillermo, afirma que notó una gran diferencia en cuanto a la preparación de los soldados argentinos y los soldados ingleses, y expresa riendo: "... no teníamos una adecuada preparación psíquica, ni una buena preparación bélica, ni siquiera una instrucción geográfica (...) al volver como prisionero en el Canberra (buque inglés), conversé con algunos ingleses, y ellos me mostraron una carta geográfica, muy pequeña, de bolsillo, con puntos de colores, en los que estaban marcadas hasta nuestras posiciones ...". Y luego agrega: “no teníamos una adecuada preparación psíquica, ni una buena preparación bélica, ni siquiera una leve instrucción geográfica.”
Tras una pausa Guillermo, afirma que notó una gran diferencia en cuanto a la preparación de los soldados argentinos y los soldados ingleses, y expresa riendo: "... no teníamos una adecuada preparación psíquica, ni una buena preparación bélica, ni siquiera una instrucción geográfica (...) al volver como prisionero en el Canberra (buque inglés), conversé con algunos ingleses, y ellos me mostraron una carta geográfica, muy pequeña, de bolsillo, con puntos de colores, en los que estaban marcadas hasta nuestras posiciones ...". Y luego agrega: “no teníamos una adecuada preparación psíquica, ni una buena preparación bélica, ni siquiera una leve instrucción geográfica.”
Por último, destaca que durante la guerra se aprendieron muchas cosas, y que, de manera inconsciente y de cierta forma “presionados” por las circunstancias, cada adolescente allí presente maduró como cuatro o cinco años por lo menos. La guerra cambio la forma y perspectiva de esos jóvenes argentinos, como así también, dejo varias lecciones para la sociedad en todo su conjunto, Guillermo resalta que: "... los argentinos somos muy ingenuos, siempre tenemos fe en lo que viene, y creo que esta experiencia tan dura, que nos ha hecho sufrir tanto, sirvió para que dejemos de lado esa ingenuidad, y que los argentinos no se conformen con falsas promesas, y que hagan valer sus opiniones..."
El libro posee en total ocho testimonios, y todos coinciden en que no debe ser olvidada esta guerra, no debe ser olvidado ese suelo que tiempo atrás era llamado suelo argentino, y no debe ser olvidado el nombre de las Islas Malvinas; no solo porque sus propias vidas fueron puestas en peligro allí, si no porque hacia ese 1982, en cada corazón argentino palpitaba el deseo de que nuestras islas no sean robadas, porque forman parte de nuestra patria, forman parte de nosotros mismos.

El libro posee en total ocho testimonios, y todos coinciden en que no debe ser olvidada esta guerra, no debe ser olvidado ese suelo que tiempo atrás era llamado suelo argentino, y no debe ser olvidado el nombre de las Islas Malvinas; no solo porque sus propias vidas fueron puestas en peligro allí, si no porque hacia ese 1982, en cada corazón argentino palpitaba el deseo de que nuestras islas no sean robadas, porque forman parte de nuestra patria, forman parte de nosotros mismos.

Este libro lo compré apenas apareció y si no me equivoco fue el primero despues de la guerra. Al margen de quien inició la guerra o los motivos particulares que haya tenido era necesario que algo asi sucedeira; y estuve en la plaza gritando y habría estado allá si fuera posible pero a mis 37 años no tendría posibilidad en ese momento. El libro habia desaparecido y lo volví a encontrar revolviendo -después de 30 años- la biblioteca de mi hijo Guillermo que se llama como yo. El caso es que releyendo el libro me llamo la atención el relato de Guillermo y me gustaría saber de él hoy dia Un abrazo.
ResponderEliminarMi correo quimian36@hotmail.com.
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